Dinero bancario
Las entidades financieras (bancos, cajas y cooperativas) reciben depósitos de sus clientes en forma de cuentas corrientes (que denominamos dinero bancario). Estas entidades utilizan estos depósitos para conceder créditos.
Por ejemplo: un banco recibe un depósito de un cliente de 10.000 euros. Parte de este dinero lo dejará en caja para atender posibles retiradas de fondos (supongamos que 1.000 euros) y el resto lo destinará a conceder créditos (9.000 euros).
Parte del importe de estos créditos vuelve a las entidades financieras en forma de nuevos depósitos bancarios.
Por ejemplo: la empresa que ha recibido el crédito de 9.000 euros lo utiliza para comprar una maquinaria. El vendedor recibe el dinero de esta venta y lo ingresa en su cuenta corriente.
El banco con el que trabaja este vendedor tiene un nuevo depósito de 9.000 euros y al igual que en el caso anterior dejará una parte en caja (por ejemplo, 800 euros) y utilizará el resto (8.200 euros euros) en la concesión de nuevos créditos.
Vemos que un depósito inicial de 10.000 euros ha puesto en marcha un mecanismo que ha llevado a que los depósitos sumen ya 19.000 euros (los 10.000 iniciales y los 9.000 que acabamos de ver). Y el proceso se sigue repitiendo.
En definitiva, la operatoria de las entidades financieras lleva a multiplicar el valor de los depósitos (crean dinero bancario).
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