Entre las condiciones que deben existir en un país para favorecer este crecimiento a largo
plazo se pueden destacar las siguientes:
Competencia interna y externa que contribuye a acelerar las innovaciones
tecnológicas, a aumentar la calidad de los productos y a abaratar sus costes.
Los regímenes de monopolio dificultan este progreso.
Un sistema legal eficaz, que sea capaz de resolver los litigios con rapidez.
Un mercado de capital desarrollado, capaz de promover el ahorro y de
canalizarlo hacia la inversión.
El equilibrio macroeconómico: situaciones de desajustes como por ejemplo un
déficit comercial o un déficit público excesivo, terminan afectando negativamente
al crecimiento económico.
Una tasa de inflación moderada: crea un clima más favorable para la
inversión, favorece la competitividad internacional, evita una escalada de precios
que dificulte el crecimiento económico, etc.
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